Para ser alguien en la vida una persona debe hacer muchas cosas: educarse, instruirse, relacionarse, organizarse, crear rutinas, tener planes, sueños, aspiraciones y nunca irse por los caminos torcidos, esos que perjudican a otros y que por ende, se le devolverán. Porque nadie malo se salva.
Practicando con actos la buena fe del cristiano, devolviendo parte de lo bueno y próspero que da la vida a quienes están en infortunio para rescatarles e inspirarles a mejorar y que no rompan esa cadena de parabienes a los que vengan; de esa forma es que se crea un legado de utilidad y humanidad tal cual Dios nos pide y nosotros gustosos podemos darle.
No es sólo cumplir con los Mandamientos de la Ley de Dios y los de la Iglesia de manera rígida y a veces asfixiante. Es innovar en lo que se pueda brindar a las personas, no sólo en lo material, sino en lo espiritual, educativo, inspirador, que traiga sonrisas y esperanzas en los corazones escépticos. Así podremos darle al mundo la calidad de vida que merecemos recibir y que de esa manera, garantizamos obtener.