Su historia es toda una mezcla de curiosidades y valores dignos de leer y emular.
Cuando se quiere, sigue, admira, inspira o cualesquiera sean las sensaciones u orígenes de la afición (o fanatismo) por un equipo deportivo, portar sus emblemas es una razón de honor.
Hay millones de aficionados que portan estoicamente sus camisetas Houston Rockets porque es un equipo que sienten hasta más allá de sus fronteras o por lo que haya pasado el equipo ganador de los campeonatos de la NBA en 1994 y 1995.
Este equipo de la Conferencia del Oeste de la NBA es atrevido, inspirador, trasciende más allá de las canchas en acciones sociales, ecológicas, algunas políticas y más.
Son más que farándula, son todo un espectáculo dentro y fuera de la cancha. Su afición es de las más altas en el mundo no por sus premios, sino por ser pícaros, directos, aguerridos, un espíritu rebelde que las otras franquicias respetan y jamás han podido copiar.
Nacidos como los San Diego Rockets en 1967 pero sin esa esencia que les caracterizaba, pasan a Houston, ciudad que parece haberlo llenado de energía y haber definido su personalidad luego de varios traspiés hasta la llegada de Moses Malone en 1976 que les guía a ser un equipo de garra. Pero fue la guía en la cancha del nigeriano HakeemOlajuwon “The Dream”, “el hombre grande”, el que los llevó a conquistar los títulos ya mencionados.
Houston los siente y tiene desde hace décadas como baluartes patrimoniales a pesar de que en un principio sentían resquemor al básquet por ser –para los años 70- una ciudad más apegada al béisbol y el fútbol americano, pero se supieron granjear paso a paso a sus habitantes y autoridades porque no son los títulos, sino la emoción y el creer en que jugar, estar, participar y avivar corazones es la base del básquet puro, mucho más allá de lo económico o comercial, lo que les identifica y brinda valores tácitos y directos a los niños, jóvenes y adultos que con gusto cada temporada van a auparle.
Tanto que para ellos, conjunto a la empresa privada, tienen como casa uno de los mejores complejos de baloncesto del mundo, el Toyota Center, en plena capital.
El equipo ha demostrados ser integrador y creer en las personas por sus fortalezas más que por sus debilidades. Muestra de ellos es que tuvieron en sus filas a Calvin Murphy, el jugador mas bajo de la NBA, que estableció el récord de tiros libres anotados seguidos (78), mismo que permaneció por más de 25 años.
El ganarle a 2 de los equipos más consolidados de la NBA para esa época, 1993 a los New York Knicks y en 1994 a los Orlando Magic (contra el monstruo Shaquille O’Neal), son siempre referencia de los fanáticos en el mundo, a quienes no les duelen las pérdidas (ni siquiera las 2 contra los Celtics de Boston, sus archirrivales), más bien les llena de energía saber que cada año más que una oportunidad para ganar, es otro chance de jugar para hermanar a una ciudad en un sentimiento.
Y eso va más allá, porque un equipo que defiende las acciones sociales y derechos humanos no sólo de sus jugadores, inversionistas, familiares y coterráneos, sino de todo lugar a donde llega la esencia de los Houston Rockets, como el caso de su defensa a los derechos de los habitantes de Hong Kong que les trajeron –sin importarle- impasses comerciales con el gobierno de China o sus campañas a favor del cambio climático, han cimentado bases de valores más allá de los deportivos, sino los humanitarios, por los cuales han sido reconocidos por cientos de entidades defensoras de los derechos humanos, animalistas, ecologistas y centros de ayuda juvenil.
Por eso, quien porta camisetas Houston Rockets, está portando el emblema de un equipo que crea sus victorias más allá de los trofeos de campeonato, sigue a un equipo que tiene identidad y su valor, es su compromiso con su ciudad, con su deporte y con el bienestar del mundo. Eso es trascender más allá de la cancha y del balón, esas son las curiosidades que inspiran a toda su afición.